A sample text widget

Etiam pulvinar consectetur dolor sed malesuada. Ut convallis euismod dolor nec pretium. Nunc ut tristique massa.

Nam sodales mi vitae dolor ullamcorper et vulputate enim accumsan. Morbi orci magna, tincidunt vitae molestie nec, molestie at mi. Nulla nulla lorem, suscipit in posuere in, interdum non magna.

Romànic a Sardenya.

El Punt. Jueves, 29 de septiembre del 2005. Punto de vista. Página 17.

Tribuna.

Pius Pujades. Periodista.

Románico en Cerdeña.

España perdió Cerdeña después de la Guerra de Sucesión, como tantas otras cosas. Fue a las manos de los príncipes de Savoya y fue esta unión el germen de la unidad italiana.

Los campanarios romanicos 'se embellecen' con una piramide de obra que los estiliza al estilo moderno.

Los campanarios románicos «se embellecen» con una pirámide de obra que los estiliza al estilo moderno.

Lo sabemos suficientemente bien: el arte característico de Cataluña es el románico. Alexandre Deulofeu pudo decir que el románico nació en los Pirineos, a ambos lados de lo que ahora es la frontera entre Francia y España, con Andorra en el medio. Vaya a saber si tenía toda la razón: nadie le ha discutido. Entonces, cuando nos adentramos en la isla italiana de Cerdeña, que encontramos espléndidas iglesias románicas, con memorables pinturas murales, no nos ha de extrañar si sabemos que, durante casi cuatro siglos, la isla perteneció a la corona de Aragón —la mitad, es cierto, ya incorporada a España—. Pero nos equivocamos plenamente: el románico de Cerdeña no tiene nada de catalán. Contrariamente, el arte auténticamente catalán de la gran isla es el gótico.

El interés de Cataluña para dominar la más grande isla del Mediterráneo era básicamente comercial. Para dominar las rutas comerciales con oriente, hacía falta que Cerdeña no se mantuviese en manos de los rivales de la península itálica: sobre todo Pisa y Génova, que la señoreaban por los mismos intereses. Sobre todo Pisa —que entonces, en la edad media, era puerto de mar—tuvo una larga dominación en la plataforma sarda. Las numerosas iglesias románicas que encontraréis en todo el territorio, desde el norte del Alguer hasta el sur de Caller, son la herencia de los pisanos. Los catalanes no llegan a Cerdeña hasta el siglo XIV, cuando el románico ya era superado por todos los costados por el flamear del gótico. Probablemente, como en todos sitios, el románico se considera pasado de moda y los responsables no solamente favorecen la construcción de nuevas iglesias con el estilo que se lleva, sino que los campanarios románicos se embellecen con una pirámide de obra que los estilice al estilo moderno. Cuando Cerdeña pasa a formar parte del que será el reino de Italia, el nuevo estado tiene un gran interés en italianizar la isla. De manera que se ha de poner de relieve el pasado pisano de una forma evidente. El estilo románico de las viejas iglesias vuelve a mostrarse con orgullo y se mira de deshacer o de disimular las ampliaciones o reformas de la época catalana —que ellos ven española—.

El caso más contundente es el de Caller, el actual Cagliari —donde se ha recuperado con suficiente acierto la pureza original de la fantástica catedral, la Catedral de Santa Maria—, donde hay la tumba de Martí el Joven, que culminó la conquista del territorio pero dejó la vida víctima de la malaria dominando en la colina sobre la cual se levanta el barrio viejo fortificado. Pero el románico nos atrae, nos lo sentimos nuestro. De forma que nos embelesamos ante la Santíssima Trinità di Saccargia, el San Pietro in Siki de Sassari, la iglesia de Santa Maria de Uta, el templo de San Gavino de Porto Torres o la citada catedral de Caller. Detengámonos en la llanura ventosa y solitaria que señoreaba el monasterio de Sacaria, ahora solamente unos muros alrededor de la basílica. Admiramos la sólida estructura del templo, del cual nos sorprenden los juegos de tonos —el blanco de la piedra calcárea y el negro del basalto—, que nos sugiere la típica decoración de las mezquitas andaluzas. Admiramos las extraordinarias pinturas al fresco que decoran el ábside, probablemente obra de artistas pisanos —hay poca pintura románica en la isla— y estudiamos el juego de columnas reales y falsas que decoran la fachada. De otras versiones hablan de un obsequio del emperador Constantino, que hizo construir cuando el territorio era del imperio de Bizancio, en 1112. En cualquier caso, la llanura vive de la ganadería de hace siglos. El origen legendario de la iglesia se explica en la piedra de unos de los capiteles del atrio, en el cual dos vacas yacentes conmemoran que el lugar fue indicado, como en tantos otros lugares, por dos vacas moteadas —sa acca argia diría aproximadamente esto, vaca moteada— y todavía hoy, a resguardo de la iglesia, se ofrece al visitante un pequeño mercado de artesanía ganadera, con abundancia de cencerros de verraco, que se presentan con la correa usada, como si se terminasen de sacar del cuello del animal, cosa bien probable por otra parte. España perdió Cerdeña después de la Guerra de Sucesión, como tantas otras cosas. Fue a parar a las manos de los príncipes de Savoya y fue esta unión el germen de la unidad italiana. Hace falta recordar que el inicio de la unión se hizo bajo el nombre de Reino de Cerdeña. Al convertirse en provincia italiana, pero sobre todo a partir de los años treinta del siglo pasado, se inicia el proceso de italianización de la isla. Y el románico, pisano o genovés, se vuelve a imponer como señal de identidad diferenciador. Dicen que Cerdeña fue una especie de Vietnam, avant la letre, de la Cataluña que dominaba el Mediterráneo. Quizá sí. Probablemente era una aventura demasiado grande, un territorio demasiado cerril y demasiado amplio. En cualquier caso, la muerte del heredero de la corona aragonesa sin descendencia legítima cambió el curso de nuestra historia. Para bien o para mal.