A sample text widget

Etiam pulvinar consectetur dolor sed malesuada. Ut convallis euismod dolor nec pretium. Nunc ut tristique massa.

Nam sodales mi vitae dolor ullamcorper et vulputate enim accumsan. Morbi orci magna, tincidunt vitae molestie nec, molestie at mi. Nulla nulla lorem, suscipit in posuere in, interdum non magna.

El incómodo resurgimiento de Alemania.

El incómodo resurgimiento de Alemania.

Juli Gutiérrez Deulofeu, 10 de noviembre del 2015, 05:00 h.

«Deu lo feu i Deu li dicta que
Alemanya serà invicta»
(Carles Fages de Climent).
(«Dios lo hizo y Dios le dicta que
Alemania será invicta»,
Carles Fages de Climent).

«Existe la ley que hemos anunciado, ley que preside el destino de los pueblos, ley que hará resucitar la grandeza del pueblo alemán en el tiempo de un relámpago ante los ojos pasmados de sus antiguos vencedores»
(Alexandre Deulofeu. La Matemàtica de la Història. 1945).

Fue en la medianoche del día 9 de mayo de 1945 cuando Alemania firmaba en Berlín su capitulación definitiva. Terminaba la guerra, pero los horrores apenas se presentaban. Lo hacían con la peor de sus caras. De alguna manera la Humanidad dejaba aparcada su principal acepción. El final de la guerra destapó el infierno de los campos de concentración. El periodista Carlos Sentís afirmaba, después de haber pisado Dachau, que si Dante hubiera visto aquello nunca hubiera escrito sus patéticas páginas del infierno. «Yo, -decía Sentís- sí he visto Dachau y quizá por eso no lo sepa escribir».

Las consecuencias debían ser excepcionales. Ya nada podía continuar igual. Así lo entendió el inconsciente colectivo. ¿Perdió Alemania? ¡No! Perdió Europa y ganaron los EEUU. Había, como siempre, a lo largo de la Historia, de legitimar esta nueva realidad con imágenes. Y así el pueblo americano empezaba a forjar su identidad, tanto política como artística. La situación internacional obligaba a aceptar que América se convertía en el último reducto de los valores democráticos y morales occidentales. Y además se convertía en el nuevo centro artístico mundial, desplazando París, núcleo de la modernidad artística y de la vanguardia hasta ese momento.

Realmente parecía imposible que el agüero deulofeuniano se cumpliera. Mal empezaba la Matemática de la Historia. La Historia del futuro se derrumbaba frente a un presente tan contrario a los acontecimientos esperados. Nada hacía pensar que los alemanes del futuro pudieran considerarse dignos herederos de Bach, Mozart, Kant o Hegel. Pero pronto las cosas tenían que cambiar y con el pueblo alemán como sujeto pasivo. Se demostraría que el fluir de la Historia volvía a reivindicar su autonomía.

Alexandre_Deulofeu_portada_llibre_La_Matematica_de_la_Historia
(Portada de la primera edición de «La Matemática de la Historia» de Alexandre Deulofeu publicada en 1951 pero escrita en 1945).

Deulofeu afirmaba que a lo largo de la Historia las rivalidades entre los antiguos vencedores se convertían en las causantes de las recuperaciones de los imperios vencidos. Y así tenía que volver a ser. Pronto la URSS y los EEUU se convirtieron en enemigos irreconciliables. Además, la Europa deshecha por la guerra se derrumbaba en la miseria. El proletariado occidental se reflejaba en el comunismo y EEUU, para salvaguardar sus intereses particulares, inventaba el Plan Marshall y se convertía en el principal aliado alemán. Alemania, en poco tiempo recuperaba el dominio de los territorios perdidos durante la guerra y se convertía en una potencia económica y política de primer orden asumiendo el papel que reivindicaba desde antes de la Gran Guerra y, así, Francia se veía apartada del primer plano de la escena internacional.

El obstáculo que representó la construcción del muro era una demostración más de la incapacidad de los dirigentes mundiales, los historiadores, los pensadores, de entender el devenir histórico. Deulofeu se volvía a reafirmar entonces en su tesis: «Alemanya es reunificarà als voltants de l’any 2000 quan l’URSS, darrer acte de l’imperi dit de Moscou, esclatarà en mil pobles» («Alemania se reunificará en los alrededores del año 2000 cuando la URSS, último acto del imperio dicho de Moscú, estallará en mil pueblos»).

El 22 de agosto de 1991 más de veinte mil personas rodearon el parlamento ruso siguiendo la llamada hecha por Boris Yeltsin. Fracasaba de este modo el golpe de estado militar en la URSS. A continuación ésta se desintegraba.

Unos meses antes, el 9 de noviembre de 1989 caía el muro de Berlín. Hacía veintiocho años desde aquella madrugada de agosto de 1961 cuando se empezó a separar un pueblo. Veintiocho inútiles e innecesarios años. Otro gran error histórico. Había que recuperar el tiempo perdido, había que seguir el camino de la Ley de la Historia. El canciller Helmut Kohl publicaba el 28 de noviembre un programa de 10 puntos cuyo objetivo era la reunificación. En las calles de la nueva Alemania se escuchaba una sola voz: «Somos un solo pueblo».